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Ley Monetaria y de Valores
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Entre tantos aspectos en que debemos seguir avanzando, hay uno que se planteará a la Asamblea en próximas semanas (incluso independientemente del acuerdo con el FMI): cambios al sistema monetario y de capitales.
Primero: monetario. Tres aspectos cercanamente vinculados y que todos fueron distorsionados gravemente en el anterior Gobierno. Por un lado, la independencia del Banco Central frente al Gobierno y al sistema financiero (lo cual no quiere decir hacer lo que quiera en cuanto a personal, sueldos, legalidad, etcétera); se trataría de crear una Junta Monetaria cuyos miembros no obedezcan a órdenes ni filiaciones externas. Por otro lado, que el Banco Central no tenga política monetaria como tal, es decir, no busque mecanismos para generar artificialmente más liquidez en la economía (como ya sucedió con el dinero electrónico y los préstamos masivos al Gobierno). Finalmente, que se vuelva a un sistema similar al de los “4 balances” que existió al inicio de la dolarización, donde esencialmente los fondos depositados por el sistema financiero en el Banco Central (ahorros nuestros), no podían ser tomados por el Gobierno porque debían estar respaldados y disponibles en un 100 % … todo esto como un plan B, frente a la mejor alternativa que sería simplemente eliminar el Banco Central para no tener tentaciones peligrosas (algunas funciones operativas, de estudios, estadísticas u otras las pueden asumir distintas entidades públicas o privadas); ciertamente algunos analistas señalan que, bajo esa opción, se debería primero arreglar el balance del Banco Central, tan deteriorado sobre todo entre 2013 y 2017, lo cual no estoy muy convencido de que sea necesario.
Segundo: capitales. Recordemos que el mercado de capitales es una alternativa competitiva al sistema financiero. En este último, alguien deposita sus recursos que son indirectamente prestados a quien lo necesita, y además recibe una serie de servicios como transferencias, cheques, cajeros, etcétera. En el mercado de valores, en cambio, hay una relación (casi) directa entre ahorristas y potenciales usuarios, pero eso implica que los actores del lado de oferta y demanda deben generar más confianza, transparencia y asumir responsabilidades (en el sistema financiero, este de alguna manera asume dicho rol a nombre de los ahorristas). Las empresas pueden buscar directamente accionistas o prestamistas (emisión de obligaciones, titularización de facturas, etcétera). El Gobierno puede buscar deuda u otras entidades (como el IESS) colocar sus excedentes. Y los mismos ahorristas, encontrar maneras eficientes de monetizar sus ahorros (vendiendo sus acciones o deudas). Es un mercado fundamental en el desarrollo de los países, pero en Ecuador es pequeñísimo. Y para crecer requiere reformas que vayan en distintas direcciones: estandarización, flexibilidad y transparencia en las emisiones estatales, mayor apertura a la participación del sistema financiero (hoy limitada porque los bancos no pueden moverse de su ámbito estricto), condiciones básicas para mayor participación de la inversión extranjera, liquidez que profundice el mercado, mayor confianza en la información que se entrega, etcétera. ¿Temas muy técnicos? No, simplemente fundamentales.
Errata: la semana pasada comenté que la caducidad del contrato con OXY se dio entre 2015 y 2016, obviamente era 2005 y 2006. Gracias a Johan Bailón Pico por señalarlo. (O)
FUENTE: Este texto fue extraído en su totalidad del diario EL UNIVERSO.
FUENTE: Este texto fue extraído en su totalidad del diario EL UNIVERSO.